La calle, la mejor escuela de arte urbano/ Festival de las Artes.

Miércoles 03 de noviembre.

 "La Catrina", de José Guadalupe Posada.

Muralista: Luis Daniel Ramírez Guzmán. 

(Primera Parte)

La calle, la mejor escuela de arte urbano.

Luis Daniel Ramírez Guzmán, participando en el evento “Festival de las Artes” de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, representando un mural en honor a Guadalupe Posadas.

    Parece increíble que con  tan sólo 16 años de edad, pueda hacer cosas grandiosas. Luis Daniel Ramírez Guzmán pertenece al IMJUSAN, Instituto Municipal de la Juventud de San Nicolás. Desde los 13 años se la ha pasado en las calles haciendo lo que mejor sabe hacer, pintar.

Empezando como grafitero ilegal y ahora, tres años después como muralista, recorriendo varios países en los que éste nicolaíta ha sido invitado y donde ha demostrado la calidad artística de lo que está hecho.

Sin paga, todo por amor al arte, participa en el instituto  junto con un grupo de jóvenes del mismo municipio, que a sol y sombra decoran las paredes de diferentes colonias, llenándolas de vida y de cultura urbana.

A su corta edad, Luis ha visitado España y Alemania,  costeándose todo por sus propios medios, vendiendo cuadros y retratos creados por él.

El  único curso que ha recibido, fue un taller en el Museo Marco en el que fue becado, pero antes de eso, él ya pintaba. Actualmente estudia la preparatoria, la cual ha mantenido con altibajos por enfocarse al grafiti y por seguir su sueño fuera del país.

De grafiteros a Muralistas. 

Éste es el título que muchos medios utilizan cada vez que entrevistan a los jóvenes que forman parte del IMJUSAN. Término que molesta mucho a Ramírez Guzmán, ya que él sigue siendo grafitero y no se avergüenza, claro que ahora de manera legal.

También menciona que ciertas organizaciones  exaltan su apoyo al arte callejero cuando el reflector de las cámaras está cerca,  pero cuando se alejan, otra es la realidad.

En su paso por Europa, tuvo satisfacciones y carencias, pues no es fácil sobrevivir por más de tres meses en una ciudad diferente y mantenerse con el poco dinero reunido de esfuerzo y trabajo que le dejaron sus obras.

Este niño tan creativo, sabe lo que es dormir en una banquilla de una plaza pública a 1 grado centígrado de temperatura en la Madre Patria, porque simplemente se le acabó el dinero propio y su beca de $3,000 por parte del municipio.

A pesar de todo, a pesar de las carencias, a pesar del poco apoyo, eso no le quita el sueño, ni se acongoja, al contrario, se ríe, se acuerda, disfruta y utiliza su manera de relacionarse con otros jóvenes que al igual que él, comparten sus ideas y técnicas que forman la mejor escuela de arte urbano, gratuita y desinteresada, a veces remunerada: la calle. 

Por Nelia Rosas

Fotos: Ana Flores

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(Segunda parte)